Principales problemáticas
Una vez que hemos conseguido identificar todos los materiales que componen la fachada y tenido en cuenta la ubicación de la misma, nuestro esfuerzo se va a centrar en descubrir los problemas que nos muestra el edificio a rehabilitar.
Hacemos hincapié en que “cada casa es un caso”, es decir, los desperfectos nunca tienen un tratamiento genérico “mágico” o matemático que no dependa de la situación particular en la que hemos encontrado la fachada.
De todos modos, sí que podemos describir cuales son las deficiencias más habituales de esos soportes a reparar.
De todos los factores nos vamos a centrar en los cinco principales.
Estado de limpieza: En aquellas fachadas en las que procederemos únicamente a la limpieza y protección (piedra natural, artificial, ladrillo cara vista, gresite, etc.), el tipo de suciedad que deberemos eliminar debe ser tenido muy en cuenta. La suciedad más común en las fachadas urbanas es la producida por la contaminación. Las fachadas pintadas, también sometidas a las mismas graves suciedades, deben ser igualmente lavadas antes de proceder a los trabajos de renovación, como ya detallaremos.
Presencia de microorganismos: Durante la larga vida de una fachada, y muy condicionado de nuevo por la climatología y orientación, se forman organismos como algas, mohos, líquenes, hongos, etc. Estos parásitos de las fachadas degradan los revestimientos y propician la entrada de agua al interior. También nos ponen sobre la pista de la existencia de un problema de humedad. Tanto el origen de la humedad como los microorganismos que aparecen en la superficie deben ser eliminados a toda costa, antes de la renovación de la fachada.
Pérdida de cohesión e integridad de los morteros: Los soportes se degradan debido a la incidencia de agentes externos (climatología, contaminantes químicos y biológicos, etc.) y sobre todo, por la acción de la alcalinidad del propio sustrato. Ésta formará, con el paso del tiempo, sales insolubles que afectarán a la estructura de los materiales. Las reacciones químicas que suceden en el interior provocan unos aumentos de volúmenes, tensiones y expansiones que determinan la degradación del mortero.
Grietas y fisuras: La aparición de grandes grietas no depende, por lo general, de los problemas del revestimiento sino que obedecen a defectos de construcción o a movimientos del terreno donde se ubica la finca. Podemos resumir que una grieta afecta al elemento arquitectónico en todo su conjunto y una fisura actúa sólo superficialmente.
Deterioro del revestimiento: Evidentemente nos referimos a los defectos que presenta el material de acabado de la fachada; desde ampollamientos, hasta desconchados puntuales, desprendimientos generalizados, etc. Será importante determinar, de la forma más precisa, la necesidad o no de eliminar el revestimiento (o qué porcentaje del mismo) con el fin de concretar, al máximo, cual será nuestro trabajo real a realizar en la fachada. Las desviaciones presupuestarias son elevadísimas si de forma imprevista nos vemos obligados a la eliminación total del acabado existente.