Algunos de los problemas presentes en nuestras construcciones, que ocasiona mayor preocupación por su futura evolución tras nuestro trabajo, son las fisuras (superficiales del enfoscado), las grietas (que atraviesan toda la estructura) y las juntas de dilatación (separaciones inducidas para evitar grietas aleatorias). Estos problemas, cuando son mal reparados, reaparecen de manera casi inmediata.
El origen de las grietas y fisuras puede ser muy diverso:
morteros y pinturas que han evaporado su agua en el secado con demasiada celeridad, fallos en la construcción de los cimientos, colocaciones incorrectas de los elementos que forman los muros, fuerzas provocadas por arcos y bóvedas, deterioro químico de cualquier elemento de la fachada (piedras, ladrillos, maderas…) y todo tipo de humedades (capilares, cubiertas, etc.).
A grandes rasgos, podemos decir que todas nuestras acciones van a ir encaminadas a dotar a la superficie de un material elástico: éste va a permitir movimientos ligeros, sin que se produzca una nueva abertura.
Para casos extremos de grietas que necesiten un refuerzo mecánico, recurriremos al cosido de la misma mediante grapas de acero (a ser posible zincado).
Las dimensiones, separación y profundidad de las grapas dependerán del soporte y la propia grieta a tratar. La principal precaución, por motivos estéticos, es que éstas nunca queden colocadas de manera que sobresalgan de la superficie del enfoscado (para lo que se efectúa un rebaje previo antes de su colocación).